CAPÍTULO I
Primera parte
Reconstruyendo el origen de la vida
La existencia de la vida en este
universo es algo que, si pudiéramos valorarlo desde una perspectiva externa
creo que llegaríamos a la conclusión de que debería ser algo valioso, quizás
difícil de encontrar pero, lo que lo haría especial, sin duda, sería su gran
diversidad. La palabra diversidad es algo que caracteriza profundamente a la
vida que conocemos. Pienso que en otros lugares del universo habrá formas de
vida tan diferentes y otras tan similares a la que conocemos en el planeta
Tierra que nos harán redefinir nuestras ideas de lo que es algo vivo, y creo
que también deben de existir formas de vida que posean un cierto grado de consciencia
e inteligencia, aunque en este caso será algo muy exótico de encontrar, mucho
más que la vida misma.
Ahora bien, ¿cómo puede aparecer el
fenómeno vivo? Por desgracia sólo tenemos un único ejemplo de vida: la que hay
en la Tierra. El aire de la atmósfera primitiva, el agua y las rocas, junto con
aportes de compuestos orgánicos de meteoritos y cometas serían las únicas
materias básicas de las que se disponía en la Tierra, así que al menos podemos
llegar a la conclusión de que, fue la química y la geología las responsables de
la aparición de la biología en la Tierra.
Aristóteles, entre sus variadas
explicaciones racionales del mundo, sostuvo la idea de la generación
espontánea; básicamente sugería que la vida podría aparecer a partir de materia
inanimada espontáneamente; algunos como Jan Baptiste Van Helmont, considerado
pionero en el campo de la bioquímica, llegó a crear una “receta” para la
fabricación de ratones en 21 días… No obstante, en el siglo XVII la
generación espontánea comenzó a ser fuertemente cuestionada y contrastada con
la experimentación.
Francesco Redi, médico italiano,
diseñó los primeros experimentos para demostrar la falsedad de la generación
espontánea, en las que demostró que las moscas no se forman por la putrefacción
de los alimentos, sino que las moscas adultas ponen los huevos en los alimentos
en descomposición, donde eclosionan. Lazzaro Spallanzani también realizó
diferentes experiencias que desechaban la generación espontánea, pero la
solución final a la disputa entre partidarios y detractores llegó con los
famosos experimentos de Louis Pasteur en los que sin duda demostraba que “todo
ser vivo proviene de otro ser vivo anterior a él”.
El diseño experimental que siguió
Pasteur fue sencillo pero ingenioso (Imagen 1): la clave del experimento
está en la forma de la abertura del matraz, pues todo microorganismo quedaba
atrapado en el codo del matraz, manteniendo el líquido estéril pero, en
contacto con el aire no estéril (algo que los partidarios de la generación
espontánea consideraban fundamental), y para confirmar que el aire contenía ya
los microorganismos que descomponen el alimento, verificó que con los
microorganismos depositados en el codo del matraz éste se volvía turbio al cabo
de poco tiempo, ya que se descomponía el caldo, sin embargo, a pesar de que los
experimentos de Pasteur refutaron la teoría de la generación espontánea, ¿cómo
explicar la aparición de vida cuando no había antes seres vivos?
Imagen 1. El experimento de Pasteur explicado paso a paso. Fuente: Escuelapedia |
Ya Charles Darwin, bien conocido por los biólogos por su obra “El origen de las especies” dejó entrever una cierta idea de cómo se podría haber formado un ser vivo de lo inerte, aunque no lo hizo público, tal y como expresa en una carta privada con el botánico J. D. Hooker: “Se dice a menudo que hoy en día están todas las condiciones para la producción de un ser vivo, y que pudieron haber estado siempre presentes. Pero si pudiéramos concebir que, en algún charco cálido estando presentes con toda suerte sales fosfóricas y de amonio, luz, calor, electricidad, etc. si un compuesto se formara por medios químicos listo para sufrir cambios aún más complejos, a día de hoy este tipo de materia sería instantáneamente devorado o absorbido, lo que no hubiera sido el caso antes de que los seres vivos aparecieran”.
La cuestión del origen de la vida se quedó en el plano de las cuestiones filosóficas hasta los años veinte del pasado siglo en el que, de forma independiente, el inglés John Burdon SandersonHaldane y el ruso Alexander Ivánovich Oparin propusieron un marco teórico en el que se pudiera sustentar la aparición de los primeros entes vivientes, pero eso lo dejaremos para el próximo texto...
Escrito por José Jordán Soria
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