miércoles, 19 de julio de 2017

Las diez historias astrobiológicas - CAPÍTULO III (Primera parte)

CAPÍTULO  III


Primera parte




El origen de Homo sapiens. Consciencia e Inteligencia



¿Cómo se desarrolló la consciencia de la especie humana?; la gente no se suele preguntar mucho “¿quiénes somos?”, pues la vida diaria nos preocupa en exceso. Para arriba, para abajo, a las clases de la facultad, a trabajar después de las clases, que estoy preocupado por un examen… Si nos hacemos esta pregunta y reflexionamos un poco, no tardaremos en llegar a deducir la famosa frase de Descartes, “Pienso, luego existo”, pero si aún profundizamos un poco más, podemos plantearnos una de las mayores preguntas sin respuesta de la historia humana: “¿Es factible encontrar otras formas de vida con consciencia e inteligencia?”
Desde luego, a día de hoy es una pregunta sin respuesta, decir qué es exactamente la inteligencia, aunque tengamos una cierta idea abstracta de ello. Es más, ni siquiera sabemos muy bien qué pasó en la evolución humana para desembocar en el fenómeno de la consciencia e inteligencia. Lo que sí sabemos es que la inteligencia en sí no es algo exclusivo de la especie humana y para ello no hay más que ver a nuestros parientes más cercanos, respaldado por la filogenética molecular mitocondrial: los chimpancés (Pan troglodytes), los cuales divergen en tan sólo un 0,7% en su acervo genético con nosotros. También otros animales como los delfines o las ballenas muestran también grandes dotes en el campo intelectual, pero ninguna al nivel de la especie humana. No obstante, haríamos bien en entender a estas otras formas de vida terrestres si queremos establecer un diálogo con formas de vida extraterrestres conscientes…
Los homínidos modernos, de los cuales todos nosotros descendemos, por el testimonio de los fósiles, evolucionaron a partir de otros primates anteriores en las llanuras del África central, al parecer de la rama del Australophitecus afarensis (con una altura media de no más de un metro y medio y unos 50 Kg de peso) y como mucho hace unos cuatro millones de años antes del presente.

El incremento del volumen cerebral gracias a los cambios en los hábitos de alimentación y el aumento de la destreza manual fueron cuestiones clave en nuestra evolución inicial; además los estudios genéticos actuales revelan algunos aspectos ocultos de la historia de la evolución humana temprana. Por ejemplo, los humanos y chimpancés presentan una baja divergencia del cromosoma X sexual, al parecer debido a que en la evolución inicial del linaje que conduciría a la especie humana parece que se dieron hibridaciones con los ancestros del linaje de los chimpancés.

Desde esa época hasta la actualidad, tras su divergencia con la rama que daría lugar a los chimpancés, han aparecido y se han extinguido muchas familias en esa rama del árbol genealógico: Homo habilis, Homo erectuso Homo neanderthalensis son algunos ejemplos; estos últimos compartieron hábitats con los primeros Homo sapiens que migraron de África a Europa y lo curioso es que tenían una capacidad cerebral algo mayor que la nuestra (unos 1425 cm3 por los 1350 cm3 de los humanos actuales de media), pero sólo la especie Homo sapiens, que apareció hace menos de 40000 años en África, y posteriormente se expandieron por todo el mundo, han llegado a sobrevivir hasta a la actualidad, lo cual nos plantea que la evolución de la inteligencia compleja no fue una presión evolutiva importante. Es más, el éxito de nuestros ancestros respecto de los neandertales probablemente fue el mayor aprovechamiento de la especie humana ante la falta de alimentos durante los períodos de escasez, a diferencia de los neandertales, que con sus grandes cuerpos y elevada masa corporal requerirían mayor cantidad de alimentos en una época de clima inestable y que tuvieron períodos de glaciación que mermaron mucho más a los neandertales, además de estar las poblaciones de neandertales muy diseminadas, lo que favoreció la endogamia y el consiguiente aumento de problemas genéticos en las poblaciones de estos individuos.

Pero, también el análisis genético de las poblaciones humanas actuales revela que la diversidad genética en conjunto es muy baja, debido a grandes catástrofes que produjeron fuertes disminuciones en los tamaños poblacionales de las poblaciones humanas (a esto se le conoce como cuellos de botella poblacional), provocando también que se aparearan individuos de familias cercanas, por lo que la diversidad genética disminuyó enormemente y se mantiene aún en la actualidad, a pesar de ser miles de millones de personas habitando este diminuto paraíso azul rebosante de vida.

Para mí todo esto es maravilloso: buena parte de la historia de nuestra evolución reciente contenida en el material genético presente en cada una de nuestras células: el ADN. Es más, realmente no existen (filogenéticamente hablando) las razas o etnias de personas (Imagen 1). Desde la gente del norte de Europa a las del Sur de América, pasando por Asia y Oceanía, todos nosotros somos como una gran familia que comprende a nuestra especie, la especie Homo sapiens, una especie que, a diferencia de otras, modifica su entorno para su subsistencia y aprovechamiento, creando para ello herramientas y usando los recursos de los que posean a su alcance, y creo que somos (pecando con algo de falta de humildad, pues somos capaces de lo peor) de lo mejor que ha ocurrido en la historia de la vida sobre la Tierra, pues hemos enviado sondas a reconocer otros mundos, explorado en persona un mundo ajeno (nuestro satélite natural, la Luna), los fondos oceánicos y las cumbres más elevadas del planeta Tierra, en parte mundos muy ajenos también a nosotros, y todo ello sin disponer de afiladas garras, fuertes colmillos o grandes patas como poseen otros animales para subsistir; básicamente dependemos de nuestro cerebro para sobrevivir. De él surgió la ciencia y la tecnología, la cultura, la religión y el ansia de conocer el mundo que nos rodea, en definitiva, de todo aquello que nos hace ser verdaderamente humanos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario